Escrito por Jimmy López Morillo
Ya hemos dejado atrás mayo, con toda la dulzura de sus manos mojándonos aún los labios; con el tejido de la piel encendido en el ejemplo siempre presente de los mártires de Chicago, con cuya indeleble presencia las trabajadoras y los trabajadores del mundo celebramos un paso fundamental en la lucha de clases.
Mayo nos deja el homenaje permanente a las mujeres de quienes conocimos el primer latido; el Velorio de la Cruz, tan nuestra, cobijado en esa alegría que jamás podrán arrebatarnos quienes pretenden secuestrarnos la esperanza.
Mayo también nos entrega el aroma de todas sus flores.
Y ha llegado junio, ahora transitando sus últimos 15 días para marcar la mitad del año, con varias fechas tendidas en sus caminos.
El 24 de junio, hace 201 años, nos dieron la condición de Patria libre, independiente y soberana, nuestro padre Simón Bolívar y las heroínas y los héroes que junto a él nos sembraron la libertad en Carabobo, remarcando sobre aquellos suelos, que nunca más seremos colonia de ningún imperio.
Vaya el mensaje para quienes insisten en tratar de torcer esa voluntad que nuestro pueblo, irreductible, lleva en la sangre desde los tiempos en los cuales nuestros aborígenes combatieron al enemigo español, invasor y genocida. Tampoco podrán con nosotros los carniceros de Washington.
En junio, nuestro Libertador concibió un arma fundamental, La artillería del pensamiento, y el 27, en 1818, puso en marcha el Correo del Orinoco, como pieza fundamental en plena guerra de independencia.
Ahora, el 27 de junio quienes abrazamos la digna, noble y combativa profesión del periodismo, celebramos nuestro día, en medio del fragor de guerras distintas, pero siempre con la verdad y la Patria libre de cualquier yugo imperial, como principales banderas.
Privilegiados como somos, militamos en esta profesión y en las filas de la redacción del Correo del Orinoco, de cuya segunda etapa tenemos la fortuna de haber integrado el equipo fundador.
Junio tiene sus flores del combate, reflejadas en la mujer que hace 91 años un día como hoy, tuvo su primer canto de amor para la vida, para esta patria a la cual tanto amó y en cuyo vientre conocimos las luces, para luego enseñarnos a amar a Venezuela con todos los colores de sus letras. Ella luchó sin descanso, hasta el momento de su cambio de paisaje.
Se llama todavía María Modesta, esa viejita dulce, solidaria y combativa, que en algún lugar ya habrá cruzado bendiciones con Alí Primera, a quien seguramente ya le habrá pedido versos para todas las batallas por venir para la Patria.
Y, con la venia de quienes nos leen, hablando de batallas, en esta semana también suman otro ciclo azul en sus caminares, un par de hermosas y aguerridas compañeras, Viviana Guédes y Antonia Quevedo, revolucionarias sin fisuras, con quienes compartimos labores.
Son tantas flores las de junio, las que al igual que en todos los meses van apareciendo, para alimentar los senderos en los cuales siempre el objetivo irrenunciable será el de la construcción de la Patria Buena.